Desde que esta historia empezó, siempre
he querido saber y vivir todo por lo que las mamás normales sufren. Yo quiero
sufrir como ellas.
Las quejas de las mamás giran en torno a
lo difícil que es organizar la fiesta de cumpleaños de su hija, de lo cansado
que es forrar libros para el regreso a clases; de lo complicado que es
perseguir a los niños cuando empiezan a caminar, del batidillo que hacen cuando
empiezan a comer, de la cantidad de accidentes que pasan cuando empiezan a ir
al baño, y así podría seguir con una lista interminable.
Lo que daría yo para tener esos
problemas, cuando de verdad casi me muero de la impresión es cuando una de esas
mamás en apuros me dice “que afortunada eres de no tener que organizar todavía fiestas
de cumpleaños, no sabes la cantidad de problemas y de dinero que te ahorras”
¿Qué? ¿de verdad me lo dijo?, cambio mil
veces sus problemas logísticos de la fiesta de cumpleaños, por mis noches de
insomnio, por mis días en el hospital, por el dolor de saber que la niña no se
mueve (si no la tengo que perseguir, pero, porque no gatea, porque no camina),
y de lo económico mejor ni hablamos, seguro sale mas barato un pastel decorado
que un electroencefalograma.
Lo peor es que después de eso, me lo han
dicho muchas veces “hay que bueno que todavía no la tienes que perseguir, no
sabes lo cansado que es”, “hay que bueno que todavía no tienes que forrar
libros”, “hay que bueno”, “hay que bueno”, al principio me enojaba mucho, mas
bien, me dolía mucho, hoy lo manejo de mejor manera, trato de no darle
importancia, porque en realidad, no tratan de hacer daño sino de dar ánimos,
(lo que no saben es que logran el efecto contrario), no puedo cambiar a la
sociedad, pero poco a poco he aprendido a comprender a esa sociedad, y así de
alguna manera vivir para encontrar la manera de que Sofí y mi familia podamos
vivir en ella.
Trato de no quejarme, trato de afrontar
mi situación de la mejor manera, tal vez en algunos momentos suene a queja. Pienso
yo, que lo que sucede es que la sociedad no esta preparada
para niños como Sofí, yo misma no lo estaba, no lo estoy, pero trabajo para
estarlo.
Hoy, gracias a Dios, ya tengo que
perseguir a Sofí, ya camina, si es cansado, no lo voy a negar, si ya rompió un
sin fin de cosas en la casa, si ya la encontré adentro de la taza del baño, si
ya la tuve que bañar después de que destrozó una planta de la abuela. Pero todo
ese cansancio me da fuerza y alegría para seguir adelante, para saber que no
hará lo que todos, pero lo que hará, lo hará a su manera.
Sigo esperando el día en que llegue a mi
el problema de organizar la fiesta de cumpleaños, el problema de que me pida
juguetes que no puedo comprar, el desvelo por forrar libros, etc. Seguramente,
nunca tenga esos problemas, pero lo que si sé, es que Sofí nos dará muchas
alegrías, y no tantos problemas.
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