Creo que todos los que hemos pasado por preescolar y primaria (principalmente), recordamos a algún maestro, a alguien que sabías que después de que terminara el verano no iba a estar en tu salón de clases.
Sofí no ha tenido la oportunidad de cambiar de maestra al terminar un ciclo escolar, no ha conocido la escuela.
Lo que si ha hecho es conocer a un profesor, a un profesor de natación.
Recuerdo que era el verano de 2013, por todos lados me habían dicho que sería muy bueno para ella tener clases de natación. Así que empecé la búsqueda, y llegue a un excelente lugar.
Desde que llegue la dueña y los encargados no pudieron ser mas empáticos conmigo y con el papá de Sofi, entendieron nuestro miedo, nuestra preocupación y lo principal, el porque Sofi necesitaba de una actividad.
En cuanto decidimos inscribirla la dueña dijo sin la menor de las dudas quién era el profesor ideal para Sofí, y se le asignaron dos clases a la semana con él.
En cuestión de días su profesor la entendió a la perfección, la hizo disfrutar del agua... Claro que no todo fue miel sobre hojuelas Sofí, no todos los días estaba bien, algunos días muy cansada, irritable, agresiva.
En una ocasión (no estoy orgullosa de esto), desgraciadamente Sofí lo mordió, y feo... sin embargo, él con una sonrisa en la boca nos dijo que no había problema... y en realidad no lo había.
Su profesor, la aprendió a conocer, era lo suficientemente exigente para enseñarle a nadar y a sobrevivir en el agua, sin embargo cuando la veía mal, sabía perfecto que necesitaba contención, y hacia que su media hora en el agua fuera un momento de relajación.
Recuerdo que en una ocasión tuve la necesidad de cambiarla de horario, no acepte un nuevo horario hasta que él no estuviera disponible.
El nos orientaba en la clase de traje de baño que debería de llevar, manejaba perfecto el hecho de la gorra, es una regla de la alberca llevar gorra, a Sofí no le gusta usarla pero él sabía perfecto como lograr que ella la usara.
Tuvo con él tres exhibiciones de natación, dos perfectas, ella sabía como nadar con él, la última fue muy difícil, Sofi no pudo nadar ese día, y por mas esfuerzo que hizo su profesor, no fue posible que disfrutara su estancia en el agua.
Cuando hubo necesidad de que Sofí fuera 3 veces a la semana, ya no fue posible que las tres clases fueran con él, sin embargo lo vimos como una oportunidad para que Sofí empezara a estar en el agua con diferentes personas.
Ahí fue cuando Sofí empezó a conocer a nuevos profesores, al principio le costó trabajo adaptarse a su nuevo profesor, pero al final, lo logramos.
Poco tiempo después nos dijeron que su profesor principal, ya no iba a poder darle las 2 clases que tenía, ahí nuevamente tomamos una decisión que nos costó mucho trabajo, o dejar a Sofi en su horario con una nueva maestra, o cambiarla de horario y que siguiera con su antiguo profesor. Decidimos que tenía que conocer nuevas personas, que al final todos los niños cambian de grado y cambian de maestro.
Igualmente el cambio fue duro, pero poco a poco Sofí encontró una buena clase de natación con su nueva maestra.
La semana pasada Sofí se despidió definitivamente de su maestro, él decidió dejar la Ciudad de México, buscando oportunidades para su familia en el interior del país.
La despedida, fue dura, bueno en realidad fue dura para él y para mi, no estoy muy segura de que Sofí extrañe a su profesor todavía, la transición fue sencilla durante un mes, trabajaron dos profesores con ella, su profesor de siempre, y quien se iba a quedar en su lugar... Todo fluyó e forma adecuada... hasta que un día ya no estuvieron los dos sino únicamente su nuevo profesor.
Yo en realidad arreglé que Sofi pudiera tener una última clase con su antiguo profesor, nada del otro mundo, tenía una clase de reposición y pedí que fuera con él.
Sofí no había estado bien, presentaba dolor de panza lo que le provocaba mucha irritabilidad, tenía miedo que en su última clase fuera a estar irritable o agresiva.
La verdad es que fue una clase maravillosa, Sofí se rió, jugaron, claro que hubo ejercicio, pude ver como ella ya se voltea a tomar aire, y cuando se ve en medio de la alberca o busca a su profesor o se dirige a la orilla para evitar hundirse.
Me despedí de él, Sofí le llevó unas galletas, me dijo que aprendió mucho de Sofí, y me queda claro que Sofí de él, me dijo que Sofí ya no se ahoga en una alberca que ya sabe que hacer, él se lo enseñó.
Sofí no habla, pero sonreía cada vez que su profesor la esperaba en el agua, cuando empezamos con la comunicación con tarjetas y le mostrábamos la foto de su maestro, siempre soltaba una carcajada, le gustaba ir a nadar con el.
Sofí, su profesor y el agua, lograron un vínculo, una relación, como todas con días malos y buenos, pero el resultado positivo, una amistad en donde los dos aprendieron uno del otro, recuerdo que él me comentó "la tengo desde muy chiquita", a él fue a una de las primeras personas en quién confié, para cuidar y atender a Sofí.
Y como todo ciclo que acaba, una vez que Sofi estuvo bañada la lleve con el, y se despidieron con un abrazo, y el ciclo de la vida continua, el fue su primer profesor de natación, pero la dejó preparada para otros tres, preparada para nadar, preparada para disfrutar el agua, la historia los preparó para la separación, ella ya no tiene rechazo a sus otros tres profesores, se expandió su universo social en el agua.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario