La experiencia en el hospital

Todo iba bien, las terapias en camino, los medicamentos funcionando, estábamos haciendo todo de maravilla.

Un día, las crisis regresaron pero no lo hicieron como las primeras, se le iba la mirada, sus ojos quedaban en blanco. Algo definitivamente no estaba bien.

Decidimos llevarla a la terapia de manera normal, tal vez era algo pasajero, no entendíamos bien lo que pasaba. ¿terapia?, ¿cuál?, no hubo manera de que la niña trabajara, la terapeuta, muy sabiamente dijo, hay que hablar con el neurólogo lo antes posible.

Seguramente no hay nada de que preocuparnos, dará una dosis mas alta de medicamento, y listo... lo que vivimos fue diferente, nos cito esa misma tarde en su consultorio, tenía que revisarla, ya que lo que describíamos posiblemente acabaría en un internamiento.

¿Qué?, ¿Hospitalización?, pero es un bebé de 7 meses, era Abril del 2011... a cancelar todo, era viernes, yo tenía clase de maestría, tenía que entregar mi trabajo final del cuatrimestre... esa es otra historia, envié mi trabajo por mail, y directo al consultorio. Me acompañó mi mamá y mi abuelita, el papá tenía que trabajar.

Después de la revisión, el neurólogo dijo que había que internarla para ponerle el medicamento por la vena, pero que podíamos ir a la casa a dormir y a hacer la maleta, que no había prisa que nos veíamos en el hospital a las 8 am del sábado, que estaría internada hasta el martes.

Las cosas salieron mal desde el principio...

Pediatría estaba saturada, entonces nos dieron un cuarto en el área de ginecología, (era lo mas cercano al área de pediatría). Mmmm el hospital saturado pocas manos, y mucho trabajo, que miedo.

Lo siguiente era canalizar a la niña, siempre poner agujas en el brazo de un bebé es complicado, y mas un bebé que la enfermera denomina como "gorda", no estaba gorda, mas bien no tenía brazos delgados, y lo que si tenía delgadas eran las venas...

Muchos piquetes después y varias crisis convulsivas y no lograban encontrar la vena, sentía que la enfermera era mi abuelita, y mi bebe, el pavo de navidad, y le estaban inyectando el vino para que quedara listo para la cena.

Después de gritar, y de que la pediatra le ordenó a la enfermera que no tocara a la niña llegó alguien con experiencia y pensante, y finalmente lograron ponerle lo necesario a la niña.

Ahora las cosas debían caminar, ya estaba todo en orden, solo tenía que pasar el medicamento por su vena.

Ah pero una cosa mas, el medicamento era tan fuerte que podía afectar su corazón, así que había que poner un monitor, y por qué no, estaba mal configurado, por lo que sonaba ante la mas mínima variación del ritmo cardiaco, sin importar que eso significara que el ritmo del corazón estuviera en niveles normales. Estábamos en un hospital cierto, alguien se iba a dar cuenta que el aparato sonaba, pasaban los minutos y las horas, y nadie llegaba, íbamos a la central de enfermeras y decían "un momento", un ruido infernal toda la noche y nadie acudía a ver que pasaba.

Tenía la tranquilidad de que mi marido es médico y me explicó que el corazón de la niña estaba bien, cuando nos desesperamos, sabiamente el papá apago el aparato para tener un poco de tranquilidad.

Ya veíamos que las cosas debían de mejorar, cuando la aguja se sale de la vena de la bebe, ¡No! otra vez va a ser el ¡pavo de navidad!, lo bueno fue que en esa ocasión me equivoqué, lo hicieron bastante bien, y rápido solo que no pudo ser en el brazo sino en el pie. Pero nadie sufrió como la primera vez.

Finalmente una buena noticia, nos podían trasladar a un cuarto en el área de pediatría, íbamos a estar mejor, con mejor control por parte de los médicos.

Y así fue, en pediatría las cosas fluyeron, la niña reaccionó, todavía faltaban dos noches, pero el neurólogo nos mencionó que era probable que todo el medicamento pudiera pasar esa noche y así salir el lunes, en lugar del martes. Solo la reacción de la niña nos lo podía decir.

Ya no esperábamos buenas noticias, todo el fin de semana había sido una pesadilla, si ya estábamos en pediatría pero nadie nos quitaba el mal sabor de boca, hasta que el neurólogo el domingo en la noche, nos confirma que saldríamos el lunes al medio día, se veía la luz que empezaba a alumbrar el callejón oscuro. Solo nos pidió llevar unos estudios el lunes por la tarde, a su consultorio, en la zona de interlomas, estábamos en la zona sur... en fin, gustosos cambiamos una noche en el hospital por tres horas de coche.

Después de cuatro años y medio, no hemos tenido la necesidad de volver a ver a la niña en un cuarto de hospital.

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